Escultor Pierre Jules Cavelier (1814-1894)
"Penélope, dormida con el huso en la mano". Estatua de mármol, 1849. Museo de Orsay
Con esta escultura, Cavelier, galardonado con el Premio de Roma en 1842, representa una narración central de la Odisea de Homero: durante los veinte años de ausencia de Odiseo, Penélope, a pesar de los numerosos pretendientes al trono de Ítaca que la presionaron para elegir un nuevo cónyuge de entre sus filas, permanece fiel a su esposo.
Para mantenerse evasiva, declara que hará su elección una vez que se haya terminado de tejer la mortaja de entierro de su suegro Laertes.
Cada noche, durante tres años, la Reina deshace el trabajo completado ese día, hasta que una de sus sirvientas revela su estratagema. Este episodio de la historia de Homero tuvo un éxito considerable entre los artistas hasta finales del siglo XIX, principalmente en pinturas.
Esta escultura de mármol se presentó por primera vez en 1848 en la Ecole des Beaux-Arts entre las obras producidas por los residentes y recibió elogios del jurado de la Académie de France en Roma. Posteriormente triunfó en el Salón de 1849, recibiendo una medalla de primera clase y una medalla de honor.
Los críticos fueron unánimes, como Théophile Gautier recuerda más tarde: “Con su Penélope dormido, el Sr. Cavelier se ha establecido como uno de los más grandes escultores modernos. Esta figura, desplomada en sus castas ropas, sucumbió a la fatiga del trabajo, con la modesta y severa gracia de los gloriosos días de la Antigüedad; así, el trabajo fue un verdadero éxito: ni una sola crítica contradictoria nubló el coro de alabanzas: los artistas y la sociedad estaban igualmente cautivados ”(Les Beaux-Arts en Europe, 1855).
Las telas son de un notable virtuosismo, rara vez se logra en la escultura en ese momento, combinando el naturalismo y una referencia al arte grecorromano con una sensibilidad romántica templada. Cavelier se inspiró en estatuas antiguas a lo largo de su carrera. Su Penélope se basó en una estatua en el Museo Capitolino de Roma.
La obra fue comprada en 1849 por el duque de Luynes, arqueólogo, coleccionista, mecenas y una figura importante de la Monarquía de julio, para su residencia en el castillo de Dampierre, que aspiraba a transformar en un verdadero "santuario de belleza".
Permaneció allí hasta 2016, cuando esta obra clave en la escultura francesa de la segunda mitad del siglo XIX se unió a las colecciones del Musée d'Orsay.
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